Cualquier detalle referido a ella
se grababa en mis pupilas:
Sus largos y cobrizos cabellos
bajo la luz de la luna
tomaron vida con la brisa marina,
creando pequeñas ondulaciones
que pasaron inadvertidas
por el resto de mis compañeros,
como cuando caen las primeras gotas sobre un charco
en una ciudad de calles desiertas,
como cuando el ave rapaz
alza sus alas emprendiendo el vuelo
en busca de alimento,
sin saber que la boca de una escopeta
sigue sus movimientos,
como cuando el viento silba enojado
sobre un desfiladero
por ver perturbado su sueño
en la cima de la montaña.
o como cuando el viento produce ondulaciones
en tus cortinas de color sepia
que te separan del mundo exterior,
induciéndote a que emprendas un viaje sin retorno.
Ella fue mi primera musa.
Mi rosa de los vientos, mi fuerza y mi alimento de cada día,
cargado de esperanza y alegría.
Gracias a ella,
hallé el valor, superé mis miedos y alcancé mis sueños.
¿Y tú? ¿Cuál es la musa de tus días?
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