Suavemente dejo caer mi mano sobre la tuya
como la brisa que salpica dulces gotas de agua
que acaricia nuestros rostros a orillas del Nilo.
Expuestos a los juicios de mis más allegados padrinos
seguimos proyectándo una sombra de lo divino,
donde confluye la armonía de tu cuerpo y el mío.
como la brisa que salpica dulces gotas de agua
que acaricia nuestros rostros a orillas del Nilo.
Expuestos a los juicios de mis más allegados padrinos
seguimos proyectándo una sombra de lo divino,
donde confluye la armonía de tu cuerpo y el mío.
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